Ricardo Monreal, ese político que sabe leer los vientos antes de que sople la tormenta, lanzó recientemente una advertencia que hizo levantar más de una ceja dentro de Morena. Dijo que había que tener cuidado con las disputas internas, que una división podría ser insalvable si no se actuaba con responsabilidad. Para muchos, eso sonó a que ya hay bronca dentro del partido.
Pero Claudia Sheinbaum, presidenta de la República y figura central del movimiento, aclaró que no hay tal pleito. Según explicó, lo que Monreal quiso decir no fue que Morena ya esté roto por dentro, sino que hay que cuidarlo para que eso no pase. En sus propias palabras: “Es más bien que no vaya a ocurrir. Hay que cuidarnos para evitar que haya una disputa interna, que es lo que pudiera hacerle daño a nuestro movimiento”.
Es decir, Monreal no tocó la campana de alarma, sino que avisó que hay que estar atentos. Y Sheinbaum recogió el mensaje con diplomacia, pero también con firmeza, recordando que la 4T —ese proyecto que arrancó con López Obrador y que ahora ella lidera— sigue fuerte y con camino por delante. “Va pa’ largo”, sentenció.
El fondo del mensaje es simple: Morena está en un momento clave, con muchas reformas importantes en la agenda legislativa y una mayoría en el Congreso. Y como en toda fuerza política amplia, hay diferencias, intereses, y sí, egos. Pero la clave está en cómo se manejan esas tensiones sin que se conviertan en rupturas.
Monreal, como viejo lobo de mar en la política, sabe que prevenir es gobernar. Y Sheinbaum, que hoy tiene el timón del país, quiere dejar claro que, por ahora, todo está bajo control. ¿Hay diferencias? Claro. ¿Hay fractura? No por el momento. ¿Puede haberla? Sólo si no se cuidan. Y por eso ambos mandan el mismo mensaje, aunque con tonos distintos: Morena tiene que mantenerse unido, porque dividirse sería su mayor riesgo.
Por lo pronto, el movimiento sigue en marcha. Con advertencias, con diálogo, y con mucho por decidir.